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Restaurando el gozo

  • Dr. Carlos Pacheco
  • Mar 30, 2015
  • 3 min read

Gozo es definido como deleite, satisfacción, alegría, contento, felicidad, complacencia y está asociado con una emoción positiva. La Biblia establece en Gálatas 5:22 que el gozo es fruto del Espíritu Santo y en 1 Tesaloniceses 5:16 se nos exhorta a estar siempre gozosos. El gozo es parte esencial de la vida cristiana y proviene de nuestra paz con Dios por medio de Jesucristo, de la esperanza de la vida eterna y de las promesas de Dios para nosotros durante esta vida terrenal. El gozo del Señor es nuestra fortaleza y el motor que nos impulsa a proclamar sus maravillas. Sin embargo, Satanás no quiere que experimentemos ese gozo. El enemigo de las almas sabe que cuando individuos o iglesias no experimentan el gozo del Señor su efectividad como heraldos de Cristo se anula. A Satanás no le molestan los cristianos nominales ni las iglesias llenas siempre y cuando no tengan gozo. Ya que la proclamación del evangelio se detiene, se paraliza el servicio a Cristo y la vida de entrega a Dios. Para lograr que dejemos de experimentar el gozo que Dios ha puesto en nosotros Satanás tiene un arma muy poderosa: la tentación. "porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar" (1 Pedro 5:8). Cuando coqueteamos con la tentación en nuestras vidas estamos dando ocasión al enemigo y a la carne y nos exponemos a caer. Los resultados del pecado son una vida carente de gozo, de sequía espiritual, física y emocional. El pecado no discrimina en cuanto a edad, sexo, estatus social, ni el tiempo que llevemos en los caminos del Señor.

Consideremos la historia del rey David, un hombre escogido por Dios para dirigir los destinos políticos de Israel y para llevar al pueblo a una dependencia total y absoluta de Dios. Dios lo usó grandemente. Sus alabanzas y expresiones de adoración, conocidas como salmos, quedaron plasmadas en el canon de las Sagradas Escrituras. Sus propios escritos nos revelan que el experimentó una gran crisis que lo secó espiritualmente. Había caído en pecado. Le había fallado a Dios. Le había fallado a su pueblo, a aquellos a los cuales el debía ser un modelo a seguir. Su pecado fue de adulterio y lo ocultó por un espacio de tiempo. Ese tiempo de silencio es descrito por el mismo como uno de sequía física y espiritual. "Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano; Se volvió mi verdor en sequedades de verano." Salmo 32:3-4

Así como David, todos estamos sujetos al mismo peligro. No importa el tiempo que llevemos en el evangelio, ni el conocimiento que hayamos adquirido, ni el ministerio que estemos ejerciendo, si nos descuidamos podemos caer en las garras del pecado. El pecado puede tener una satisfacción o placer temporero pero a fin de cuentas lo que provocará es sufrimiento y tristeza. Sin embargo para los hijos de Dios no todo está perdido. El salmo 51 nos dice cómo podemos recuperar el gozo perdido.

  • Reconocer nuestra responsabilidad, nuestro pecado y nuestra condición de pecador. "Porque yo reconozco mis rebeliones, y mi pecado está siempre delante de mí." Salmo 51:3 Nosotros somos los que nos alejamos de Dios, nos dejamos engañar y ponemos nuestra confianza en nosotros mismos en lugar de depositarla completamente en el Señor. Tenemos identificar nuestro pecado y entregárselo al Señor Jesús. En el caso de David su pecado fue adulterio, posiblemente nuestro pecado es orgullo, falta de perdón, murmuración, altivez, etc. Debemos recordar que tenemos una naturaleza pecaminosa, la cual no debemos alimentar porque de esa esclavitud nos libró el Señor.

  • Rogar con todas nuestras fuerzas por limpieza, clamar a Dios con todo nuestro corazón por perdón. Tal como lo hizo David cuando dijo "Purifícame con hisopo, y seré limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve. Hazme oír gozo y alegría, y se recrearán los huesos que has abatido. Esconde tu rostro de mis pecados, y borra todas mis maldades." Salmo 51: 7-9

  • Restaurar, restablecer nuestra relación con Dios y renovarnos espiritualmente. "Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches de delante de ti, y no quites de mí tu santo Espíritu. Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente." Salmo 51: 10-12

Una vez reconocemos nuestro pecado, rogamos por limpieza y perdón y restauramos nuestra relación con Dios el gozo será restablecido y seremos heraldos de la gracia de Cristo, mensajeros de la vida abundante que solo Cristo Jesús otorga. Podremos decir como dijo David "Entonces enseñaré a los transgresores tus caminos, y los pecadores se convertirán a ti." Salmo 51:13

 
 
 

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